Las bandas y los músicos tienen dos
maneras de entregar su arte: a través de presentaciones en directo y
registrando material. Puede parecer esto una obviedad, pero en muchos casos la
balanza se inclina hacia una u otra actividad dependiendo del género puntual
que se cultive, a tal punto de extremar en un sentido y descuidar en el otro.
Dentro del punk rock, género que cultiva la banda SUELDO MÍNIMO, es frecuente
que se realicen muchas tocatas y fechas, pero a veces se echa un poco de menos
la grabación de discos. La situación es entendible considerando que el punk la
tiene todavía más difícil que cualquiera que pretenda hacer música en un país
sin mucha cultura y por lo mismo es que cuando se produce un registro de
calidad, es un hito dentro de la historia de la banda y así ha pasado con SUELDO
MÍNIMO.
Números fijos de las Fondas Bizarras
y demás tocatas del desaparecido Club San Martín en la capitalina comuna de
Estación Central, podría pensarse que se trata de una banda bastante nueva,
pero la verdad es que ya llevan haciendo música hace bastantes años y han
registrado material previo. Sin embargo, cuando llega “NO VOY A CAMBIAR”, que
vendría siendo en estricto rigor su segundo disco, queda la sensación de que la
banda por fin encontró su punto algo más preciso en el sonido que quieren
generar, y si bien éste adolece de algunos problemas, queda la sensación de que
se encontró el punto de partida desde donde comenzar a construir un estilo
propio y reconocible.
El breve trabajo abre con una introducción,
“Intro”, que si bien muestra interesantes juegos de guitarra, deja ya en claro
cuáles son las principales influencias de la banda, que lo son también de buena
parte del punk rock local, a saber el punk vasco y la escuela de punk rock
argentino a la medida de Flema y compañía. El principal problema del disco no
es que sea malo, en realidad es un excelente trabajo tanto a nivel técnico como
interpretativo, pero a momentos parece quedarse demasiado cómodo en solo
tributar a sus influencias, tanto en lo musical como en las temáticas de las
letras, y no llevar la fórmula un poco más al extremo para crear algo auténticamente
nuevo. Esto puede verse en “No queremos”, “No me importa” o “La puta policía”, que
sin ser malas canciones de punk rock, quedan solo en canciones de punk rock como
existen tantas otras. En directa relación a esto, los mejores momentos de la
placa ocurren cuando la banda decide salirse un poco del molde y hacer algunas
sutiles alteraciones al modelo del manual, sobre todo incorporando oscuridad
tanto al sonido como a las letras. El resultado del ejercicio son interesantes
piezas de punk rock pero con unas gotas más de mala actitud y pesadez, como
sucede en “HxC” y sobre todo en “HDP”, una extraordinaria canción con quiebres y
un mensaje entregado de una manera brillante, la más larga del material
y por lejos la mejor de la placa.
Otro intento sincero de una banda de un género
que se tomó el camino largo porque el rechazo mediático es prácticamente
uniforme y conteste, y que tomó vuelo y se atrevió a dar el salto de registrar
un material de manera seria y profesional, algo que sin duda marca un antes y
un después en la trayectoria de un músico. Puede que hasta la misma gente de
SUELDO MÍNIMO ni siquiera esté muy al tanto del peldaño que han subido, están
más ocupados haciendo música, y llevándole un poco la contra al título del
propio material, llegado este punto sí van a cambiar porque ya pueden decir que
llevan un disco propiamente tal bajo el brazo, con identidad propia y como un
extraordinario punto de partida hacia mejores cosas. Solo depende de ellos
atreverse a hacerlo, pero luego de la escucha de “NO VOY A CAMBIAR”, el
panorama es alentador.
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