sábado, 9 de julio de 2016

Lady Princesa – “Hora Punta”, “Marichiweu” (2015)

       Una de las razones que motivó la creación de este espacio de reseñas fue la rabia de ver que muchas veces la calidad músical pasa desapercibida bajo el radar del conocimiento público, simplemente por un tema de difusión. Es algo manifiestamente injusto y quedarse en la simple excusa de que en todos lados es así no resulta suficiente. Partiendo porque eso no es cierto: en otros sitios, con mayor desarrollo cultural a nivel global, incluso las escenas más under tienen un cúmulo de medios que se encargan de reseñar y comentar el material producido. Debido a que por estos lados eso no sucede, hay bandas que son invisibilizadas y se produce el correlativo desperdicio de talento. Ejemplo patente de ello es LADY PRINCESA, que con apenas dos canciones que remitieron, dejan de manifiesto una gran propuesta musical. Ahora, lo alarmante es que es una banda como tantas otras que tampoco se conocen y la particularidad que los destaca es que simplemente enviaron su material para reseña.

       Una inteligente combinación de punk rock con las facetas más duras del hardcore, particularmente presente en el fraseo de la voz cantante, es lo que ofrece esta novel agrupación santiaguina que en solo dos canciones ya consigue hacer gala de un sonido bien afiatado, correctamente ejecutado y con un cierto sello autoral que hace que su trabajo, si bien breve, resulte agradable de escuchar y, a la vez, sea una invitación a conocer más.

       "Hora Punta” resulta particularmente interesante porque comienza aceleradísima y cargada de energía, con interesantes juegos de guitarra sutilmente disonantes, pero de pronto se produce un agradable quiebre que vuelve al tema algo más pesado y marchoso, lo que coincide con el apropiado coro, antes de retomar velocidad hacia el final. Son precisamente aquellos cambios de ritmo los que enriquecen y si son utilizados de manera apropiada, pueden hacer que la canción más breve y sencilla cobre originalidad y riqueza. “Marichiweu” en su inicio suena algo más apegada al manual del punk rock, con un bajo rabioso y regurgitante, al que se le unen las guitarras y la batería machacante, pero al igual que en la otra canción, nada más avanzar se producen los quiebres tan típicos del hardcore, derramándose la interpretación en un coro potentísimo, seguido de un funcional solo de guitarra para retornar al clímax de reivindicación de pueblo originario. El tema se marcha con un prolongado acople que cierra una pieza memorable, con pasta de sencillo promocional y con un sonido por partes iguales radical como radial.

       Siempre va a decirse que en los grandes medios están los mejores artistas, aunque todo el mundo sabe que eso no es así. Y está bien, por la razón que sea, si un músico o un artista llegó a las grandes ligas, no cabe más que alegrarse por él, jamás iniciar habladurías o desearle mal porque ello ni aporta en nada a nadie ni mejora la situación del resto tampoco. Sin embargo, sí puede hacérsele la crítica a los medios, y no solo a los grandes sino también a los medianos  y a los chicos, que andan todos tras esos mismos artistas y no se preocupan por mirar a otros lados. No hay que escarbar demasiado. Gente talentosa y trabajando, componiendo, tocando, escribiendo, filmando, fotografiando, pintando, hay por todos lados. Ni siquiera hay que buscar. Solo hay que crear las instancias para mostrar aquel trabajo y difundirlo. Nada más. En los tiempos actuales y con la tecnología jugando a favor hasta se ve como algo simple. Y de hecho lo es, pero es igualmente necesario: solo así se podrá comenzar a evitar que buenas bandas como estas se sigan desperdiciando.

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