viernes, 8 de julio de 2016

Curasbún – Inmortales (2016)

       El transcurso del tiempo en una banda puede tener múltiples efectos. Sin embargo, dos que son bastante recurrentes son, a saber, o la iteración de la idea que en algún momento le trajo éxito hasta el fin de los tiempos, o el siempre estar tratando de reinventarse, en una interminable búsqueda de la definición sublime del propio sonido que, usualmente, nunca es encontrado. Sin embargo, hay casos en que no se hace ni lo uno ni lo otro. O se hacen ambas cosas a la vez. Es lo sucedido con los locales de CURASBÚN, un nombre de cierta entidad hace ya bastante tiempo dentro de los circuitos street punk y skin antifa que con solo con dos discos bajo oficiales bajo el brazo, “OI DESDE EL TERCER MUNDO” (2002) y “UN SOLO CREW” (2005), ha sabido forjarse un nombre en la escena, que al parecer no tienen la menor intención en reverdecer ni entregar lo que cualquiera hubiese estado esperando de su muy anunciado y anhelado por muchos nuevo trabajo, “INMORTALES”: es un disco que no se parece en mucho a los registros anteriores de la banda ni tampoco suena como la misma, aunque cuidado, eso no necesariamente ha de tener que ver con la calidad musical del trabajo.

       Naturalmente, sí hay elementos comunes que iban a estar presentes, y es que, al ser punk rock duro, se trata de algo punzante y preciso, en donde en apenas treinta y tres minutos se condensa un puñado de canciones breves, directas y bien armadas, aunque superando la estructura clásica de la canción OI, presente en los trabajos anteriores de la banda, y optando esta vez por caminos diferentes. La placa abre con “La ofensiva no te olvida”, una canción que si bien suena algo más emparentada al sonido OI de la banda, con una convicción política marcada, elemento presente en todo el disco, tanto por su progresión como por la manera en que está armada y ejecutada, da a entender desde aquel primer momento que CURASBÚN se aburrió de ser CURASBÚN. Lo bueno es que optaron por ser ahora el CURASBÚN de 2016 y el cambio les vino de perillas. Porque tan solo en la siguiente canción, “Inmortales”, puede apreciarse el “nuevo” sonido propuesto por la banda, presente también en piezas como “No Nominado”, “Barajas”, “Ramiro” y “Nueva Era”, reversión de la banda británica BLITZ y con la colaboración de Álvaro España de FISKALES AD HOK en las voces: algo más marchoso, más pesado en el ritmo, con más cuerpo, algo casi imperceptible a nivel consciente, pero muy presente y que solo viene cuando se ha recorrido lo suficiente para ver las cosas en perspectiva. No es baladí mencionar aquello, puesto que precisamente ese es otro elemento recurrente en el trabajo: la sensación de ya no estar descubriendo el mundo para comérselo y bajarlo con cerveza y peleas callejeras. Se trata ahora de una visión mucho más reposada, más adulta, tal vez algo más cínica, pero es que aquel es el efecto que las cicatrices y lo vivido van dejando en las personas. 

       En el campo de las temáticas y las letras, estas sí siguen algo más aferradas a una tradición clásica del género: como ya se mencionó, hay un alto compromiso político en las mismas, destacando una crítica a las religiones y su influjo en el hombre, “Cual Dios”, la vida en las calles y el costo que aquello implica, “Ahora callejeros”, y, declamaciones de insurrección tanto local como en el continente, “El señor de la muerte”. Se aprecia un avance significativo en la creación de los versos, igualmente mordaces aunque ahora mejor construidos, mejor disparados y por tanto, más efectivos, lo que solo potencia la idea fuerza que proyecta la placa, de manera consciente o no, que se había señalado anteriormente: se trata de un disco hecho por gente ya madura, o al menos con la sabiduría que dan los golpes recibidos. Tal vez debido a lo anterior es que en “Jauría”, la mejor canción del disco, se puede ver todo lo ya reseñado amalgamado en una sola y brillante pieza: un ritmo potente, versos igualmente poéticos como incendiarios, una base instrumental impecable y, hacia el final, un sample con la voz de Malcolm X que aparece de la nada, mutando el ritmo de la canción a una base rítmica y sonora que suena al más callejero rap, creando un momento que empequeñece el corazón y emociona. Una auténtica joya,

       El transcurso del tiempo en una banda, al igual que en las personas, puede tener múltiples efectos. Se puede tener un espíritu más bien precavido y mantenerse siempre en la zona de confort para nunca correr riesgos innecesarios, a tal punto de llegar a considerar los riesgos como innecesarios. También se puede ser un espíritu libre e ir por la vida cambiando casi a diario producto de las experiencias, impredecibles y en todo sentido, llegando al punto de no estar en condiciones de recordar cómo se fue alguna vez. Y está la opción de mantener las convicciones, mostrar las credenciales, confiar en el bagaje de los años, patear la mesa y hacer lo que hizo CURASBÚN: un disco sólido, redondo, compacto y sin mayores puntos bajos, aunque pasando por encima de lo que tuvieran que decir fans, sellos, críticos y todos aquellos inquisidores hijos del posmodernismo y las redes sociales. Por lo mismo, el nombre del disco no pudo haber sido mejor elegido: no cualquiera hace la pirueta y cae de pie.




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